miércoles, 31 de mayo de 2023

LOS NUEVOS VIENTOS


 

Jimmy López Morillo

En realidad, podemos echar un vistazo a la historia a propósito de la victoria de “Lula” en Brasil y entender que estos vientos no son tan nuevos: vienen desde hace un par de siglos, cuando en nuestros territorios se iniciaron los procesos en procura de la libertad frente a los invasores.

Tales vientos, que van y vienen en nuestros países, han soplado con mayor o menor intensidad según las distintas etapas por las cuales hemos transitado y han tenido sus protagonistas con nombres específicos y otros que desde su anonimato han ofrecido sangre y vidas, para ir soñando y empujando en la dirección de estos pueblos que ayer, hoy y siempre tendrán un enemigo fundamental: el capitalismo, cuya fase superior es el imperialismo, representado por los gobiernos de Estados Unidos, la nación más genocida conocida por la humanidad.

Y si bien ahora mismo respiramos algo de frescura, con la retoma del poder por un muchacho de  77 años –mira tú, chamito-, si nos colocamos en esos planos de analistas en los que suele ubicarse nuestro colega Clodovaldo Hernández, nada de esto hubiese sido posible, si el mismo “Lula” no hubiese coincidido en tiempos y dirección de los vientos con figuras tan determinantes en nuestra región como Néstor Kirchner, Rafael Correa, Daniel Ortega y nuestro comandante Hugo Chávez Frías –con Fidel Castro en sus veredas-, en tanto por ahí andaba, en predios colombianos, Gustavo Petro arando como hormiguita en las entrañas de aquel Narco-Estado -aparentemente impenetrable bajo el dominio de sus amos imperiales- y Andrés Manuel López Obrador, al sur de las riberas del Río Grande.

Porque  si bien de aquel tridente que plantó cara al imperio desde una región a la que siempre han considerado su patio trasero – Kirchner, Chávez, “Lula”-, solo sobrevive físicamente este último, y a pesar de que en Argentina gobierne un sospechosísimo Alberto Fernández y en Chile uno de los representantes de esa izquierda sumisa al pinochetismo, Gabriel Boric, no puede negarse que de este lado del continente estamos en mejores condiciones que hace poco menos de un año. En Brasil, ha caído el último bastión del Grupo de Lima, quedando solamente como un insepulto cadáver Luis Almagro, en esa OEA en vías de extinción. Eso, por supuesto, es bueno.

En el caso de Venezuela, tal vez no podemos esperar aliados incondicionales en ningún lado–por aquello de las particulares situaciones de cada país-, pero los triunfos en nuestras vecindades de candidatos con más coincidencias que diferencias con nuestro primer mandatario –en apariencia-, anuncian respiro en medio del asfixiante bloqueo al cual hemos estado sometidos y posiblemente nos permitirán avanzar un poco más en el proceso de nuestra recuperación.

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